Educar en la calle se inspira en el sistema preventivo de san Juan Bosco; es por ello que no se asume como un modelo con principios religiosos, sino como una alternativa de acompañamiento afectivo que motiva a transformaciones socioculturales conforme a las dimensiones espiritual y pedagógica.

Juan Bosco decía que “todo joven por marginado y perdido que se encuentre posee en su interior la semilla del bien”. Este principio propone partir del reconocimiento de la persona como ser que posee todas las potencialidades humanas, aun en el caso de que estas se encuentren solo en potencia. A partir de ahí, se asume un reto para desarrollar todo aquello que la niñez y la juventud tienen en su interior.

Entonces, el acercamiento se hace desde lo que son y pueden como personas, sin valoraciones morales ni prejuicios, incluso, procurando dejar los temores que muchos experimentan hacia ellas/os, por el simple hecho de vestir o expresarse distinto.

“Suaviter in modo, fortiter in re”, expresión bosconiana que se traduce como “amabilidad en la manera y fortaleza en la norma”. Este principio pone el énfasis en el afecto como valor transversal del modelo educativo, bajo el presupuesto de que el afecto genera confianza y esta, a su vez, abre el corazón de la niñez y la juventud al encuentro con el/a educador/a.

Lo que se descubre a partir del encuentro fraterno es que, en un medio lleno de tensiones, desconfianzas y relaciones conflictivas, hay personas que confían en ellos/as y no les juzgan por su edad o por vivir en un sector popular.

Se apoya en la libertad interior de la persona y la estimula a tomar decisiones venciendo los condicionamientos del contexto. El fin último del proceso educativo apunta a desarrollar una conciencia crítica en la niñez y la juventud; este aspecto le da lugar a la espiritualidad, entendida no como religiosidad, sino como un estilo de comunión en el cual se ponen en juego las aspiraciones más profundas del ser humano, con una actitud que lleva a las personas a salir de sí mismos para ponerse en comunicación con el otro y construir juntos una nueva realidad.

Lo que se descubre a partir del encuentro fraterno es que, en un medio lleno de tensiones, desconfianzas y relaciones conflictivas, hay personas que confían en ellos/as y no les juzgan por su edad o por vivir en un sector popular.